Hace más de cuatro años escribí una serie de artículos sobre la memoria operativa y el aprendizaje escolar. En ellos incluía aspectos relacionados con las características de la memoria operativa y su importancia en el aprendizaje escolar. Indiqué que con frecuencia los niños que tiene un déficit en esta función cognoscitiva, tienden a presentar dificultades en el aprendizaje. En el último daba pautas a los maestros para detectar aquellos niños que pudieran presentar alguna limitación en la memoria operativa y en consecuencia poder darles un apoyo diferenciado. Quedó pendiente la publicación de un último artículo que diera una guía a los docentes para adaptar las actividades en el aula con el fin de favorecer el aprendizaje de los niños con una baja capacidad de memoria operativa. La omisión de este aspecto práctico dejó un vacío en la información que en este momento pretendo llenar, pues con frecuencia los maestros buscan orientación para apoyar a sus estudiantes con dificultades.
Algunos padres y maestros podrían estar preguntándose si la memoria operativa se puede mejorar de manera directa con ejercicios específicos. ¿Es posible que de esta manera los niveles de esta función cognoscitiva en niños con limitaciones se nivelen con la de aquellos que no presentan dicho déficit? La solución ideal sería remediar estos impedimentos de manera directa y algunos investigadores están buscando una terapia que lleve a que esto sea posible. Sin embargo, hay poca evidencia que favorezca la posibilidad de desarrollar la memoria operativa de manera significativa y que su entrenamiento en niños con pobre habilidad en este aspecto de la cognición lleve a ganancias substanciales en los logros académicos. Es posible, también, que una buena estimulación en la temprana infancia pueda prevenir estos déficits.
Por lo tanto, para la mayoría de los casos, el enfoque más favorable es el de un apoyo diferenciado en el aula de clase que tenga en cuenta las dificultades del niño para hacer modificaciones en el trabajo escolar con el fin de minimizar el fracaso académico y favorecer el aprendizaje, haciendo uso de estrategias de manejo en el aula que disminuyan las fallas relacionadas con la memoria en las actividades de aprendizaje en el aula. Por lo tanto, cuando un niño presenta limitaciones en la memoria operativa, es importante que los maestros planeen cuidadosamente la diferenciación de las actividades de clase para poder construir conocimiento y habilidades en el estudiante y así se pueda fomentar un aprendizaje efectivo en el tiempo. Esta diferenciación en el aula de clase puede ser muy eficaz para promover el aprendizaje de un niño con pobres capacidades de memoria operativa.
El principal objetivo de este enfoque es evitar que las fallas en la memoria operativa afecten negativamente el aprendizaje del niño. Para lograrlo, con frecuencia hay que modificar la estructura de las actividades de aprendizaje. Con los cambios apropiados, el estudiante podrá terminar exitosamente las actividades del aula en las que antes tenía problemas y puede proceder con el aprendizaje. Estas estrategias se pueden implementar en el contexto del currículo existente y con los métodos de enseñanza que se están utilizando.
La intervención se fundamenta en siete principios que buscan prevenir fallas en las tareas debidas a la sobrecarga de la memoria operativa. Muchas de las estrategias que se recomiendan reflejan una buena práctica pedagógica y es posible que muchos buenos maestros las implementen de manera intuitiva. Estos principios son útiles y aplicables en el contexto del aula. Se recomienda utilizarlos tanto para guiar la planeación como para monitorear el desempeño de los niños en clase, de tal manera que los niños reciban el apoyo necesario para compensar sus dificultades en la memoria operativa, procuren minimizar el fracaso escolar, mejoren su confianza y al mismo tiempo, incrementen su aprendizaje. Estos son los principios y su descripción:
- Reconocer las fallas en la memoria operativa
- Monitorear al estudiante
- Evaluar los requisitos de memoria operativa en las tareas
- Reducir los requisitos de memoria operativa cuando sea necesario
- Repetir información importante
- Estimular el uso de ayudas a la memoria
- Desarrollar las estrategias propias para apoyar la memoria
1. Reconocer las fallas en la memoria operativa
Como se escribió en el artículo anterior, existen varios indicadores para detectar en el aula de clase las limitaciones en la memoria operativa. El primer paso de este enfoque diferenciado, es el reconocimiento por parte del maestro de que errores como las omisiones en la escritura y la dificultad en la aritmética mental se deben a una pobre memoria operativa. Una vez reconocidos, el maestro podrá implementar estrategias para apoyarlo de manera apropiada. De estos indicadores, los más importantes son:
- Recuerdo incompleto: El niño olvida información importante que se requiere para realizar la tarea de manera exitosa.
- Falla en el seguimiento de instrucciones: El niño no puede recordar las instrucciones complejas y por tanto no las puede seguir.
- Pobre monitoreo del trabajo académico: El niño presenta fallas para reconocer lo que ya ha realizado y lo que le falta por hacer, en especial cuando la tarea es compleja e involucra una secuencia específica para su realización como en la escritura de textos.
- Abandono de la tarea: El niño se rinde y abandona la tarea porque no recuerda la información necesaria para realizarla. En estos casos su atención se dirige hacia otros estímulos, con frecuencia distrayendo a otros compañeros.
2. Monitorear al estudiante
Una vez que el maestro reconozca la dificultad de un estudiante, es importante que lo monitoree en el desarrollo de las tareas en el aula, en especial cuando éstas tengan altas demandas de memoria y/o de procesamiento. De esta manera podrá asegurarse que el niño recuerda lo que debe hacer. Esto se puede realizar de dos maneras:
- Estar atento a los signos de sobrecarga de la memoria operativa: El maestro debe estar pendiente de las señales de alerta por sobrecarga de la memoria operativa, descritos en el primer punto, tales como recuperación incompleta de los requerimientos de la tarea, el olvido de información importante o el abandono de la tarea. Se debe tener en cuenta con frecuencia que un estudiante puede volverse inactivo y no ser detectado fácilmente por un profesor ocupado.
- Preguntar al estudiante: Una buena estrategia consiste en preguntar al niño los detalles de lo que está haciendo y lo que planea hacer después. De esta manera se puede detectar si la memoria operativa del estudiante se ha recargado y si es necesario repasar las instrucciones para redirigir su trabajo en caso de que haya olvidado aspectos importantes de lo que debe hacer. Al hacerle repetir las consignas también puede ayudarle a recordarlas mejor.
3. Evaluar los requisitos de memoria operativa en las tareas
Para que el apoyo sea eficaz, el maestro debe poder hacer un análisis de las tareas con el fin de detectar las demandas de memoria operativa de las actividades de aprendizaje para evaluar si algunas de éstas generan grandes exigencias en la memoria operativa del niño. Actividades de varios niveles que requieren de seguimiento por parte del estudiante para saber dónde se encuentra en la realización de la tarea, imponen mucha demanda de almacenamiento en la memoria operativa. El ser consciente de esto le ayudará a modificar la tarea de tal manera que se reduzcan los requisitos de memoria operativa y se incrementen las posibilidades de una realización exitosa por parte del estudiante. Algunos de los factores que señalan altas exigencias en la memoria operativa son:
- Longitud excesiva: Cuando la tarea es muy larga, se puede exceder la capacidad del niño para realizarla; mientras más largo sea el trabajo a realizar, los requisitos de memoria operativa tienden a ser mayores.
- Contenido nuevo y/o no significativo: Aquello que es nuevo o que el niño no perciba como significativo tiende a poner una mayor demanda en la memoria operativa, ya que no lo puede conectar con su memoria a largo plazo para apoyarse en ella. Con frecuencia los niños tienen que seguir instrucciones que consisten en secuencias de acciones. Algunas veces tales secuencias son significativas y el niño no tendrá mayores dificultades en seguirlas. Sin embargo, cuando ellas son novedosas y no puede apoyarse en la memoria a largo plazo, el estudiante pude presentar fallas para seguirlas.
- Altas demandas de procesamiento: Cuando se requiere un procesamiento mental que exige altos niveles de atención, la memoria operativa de un niño se pude recargar. Esto puede ocurrir en tareas de aritmética mental en las que el niño debe procesar la información numérica mientras la retiene en su memoria a corto plazo. Lo mismo puede suceder en tareas de comprensión lectora cuando la construcción gramatical de un texto es compleja.
4. Reducir los requisitos de memoria operativa cuando sea necesario
Con frecuencia será necesario reducir los requisitos de memoria operativa para que el niño pueda terminar la tarea de manera exitosa. En el proceso de planeación el maestro puede modificar una actividad de aula para aquellos niños que presenten limitaciones en su memoria operativa con el fin de prevenir la sobrecarga en la memoria y el fracaso en su realización. En otros casos, el maestro puede decidir hacer la modificación cuando detecte signos de fallas en la memoria operativa durante la ejecución de la tarea y darle una instrucción diferente. Sin embargo, se debe tener en cuenta el objetivo de aprendizaje que se está trabajando, de tal manera que se mantenga y el niño pueda lograrlo. Las modificaciones se pueden hacer de las siguientes maneras:
- Reduciendo la cantidad de material: La cantidad de información a ser recordada se puede reducir. Por ejemplo, se pueden dar instrucciones con menos pasos o trabajar con textos más cortos. Las instrucciones también se pueden acompañar de acciones con el fin de hacerlas más significativas para el estudiante, de tal manera que las pueda recordar después.
- Simplificando el procesamiento mental: La mayoría de las actividades que un maestro propone, exigen tanto almacenamiento como procesamiento de la información. Cuando hay grandes demandas de procesamiento, es más probable que se presenten fallas en la memoria operativa de un niño con dificultades. En estos casos, el maestro puede reducir las demandas de procesamiento. Por ejemplo, se le pueden asignar textos con una menor complejidad gramatical o se pueden dar instrucciones de manera más corta y simple. Adicionalmente, se le puede permitir al niño que escriba con una complejidad lingüística más sencilla, simplificando el vocabulario y la sintaxis de las oraciones. Si a un niño con pobres habilidades de memoria operativa se le permite escribir oraciones cortas, con palabras familiares y formas sintácticas más simples, la probabilidad de tener éxito al escribir será mayor. Poco a poco se les puede guiar en la escritura de oraciones más complejas o en la escritura de párrafos con oraciones relativamente simples. Al reducir las demandas de procesamiento se pueden aumentar las posibilidades de una realización exitosa.
- Reestructurando las tareas complejas: Como ya se ha anotado, los niños con fallas en la memoria operativa se pueden perder en la realización de tareas complejas. En estos casos una estrategia apropiada consiste en fragmentar las tareas con instrucciones complejas en pasos independientes más pequeños y exigirle al niño que complete cada paso antes de darle la información necesaria para el siguiente paso. Esto se puede hacer, por ejemplo, en la construcción de un texto escrito en donde primero se le guía en el proceso de planeación y luego se van dando las instrucciones para cada etapa del proceso de escritura.
5. Repetir información importante
Con frecuencia los niños con limitaciones en la memoria operativa se benefician de la repetición de la información para guiar el desarrollo de sus tareas. Esta información puede estar relacionada con las instrucciones generales del aula o con las específicas para cada tarea, además del contenido requerido para la actividad. Para reconocer qué información requiere un niño que se le repase, hay que estar atento a las señales de sobrecarga de la memoria operativa. Además, se le puede decir al estudiante que pida que se le repitan las instrucciones o la información necesaria cuando crea que ha olvidado lo que deben hacer o cuando no se sienta seguro de lo que la tarea exige; muchos niños con fallas en la memoria operativa son conscientes de su dificultad y es importante que el maestro le permita pedir ayuda cuando la necesite y lo estimule cuando lo haga de manera apropiada. En ocasiones, esta ayuda se la puede dar un compañero que tenga buenas habilidades de memoria y que esté dispuesto a asumir esta responsabilidad.
6. Estimular el uso de ayudas a la memoria
Es importante proveer al niño de una variedad de herramientas que sirvan de apoyo para la memoria, las que con frecuencia es necesario enseñar de manera directa. Ellas son dispositivos externos que proveen la información necesaria, de tal manera que se pueda recuperar cuando se olvide o que puedan reducir los requisitos de memoria operativa. Sin embargo, los estudiantes por lo general no utilizan estas ayudas de manera espontánea, en especial cuando se encuentran a cierta distancia, como en una cartelera, ya que requieren mucha atención y aumentan el riesgo de fallas en la memoria operativa. Si esta información crucial se le provee al niño de manera más próxima, es más probable que la utilice; por ejemplo, se le puede copiar para que la tenga sobre su pupitre como referencia cuando la necesite.
En un principio los niños no están muy dispuestos a utilizar ayudas para la memoria por el costo inicial de lograr dominio de esta nueva habilidad. Para motivar a los niños en el uso de estas ayudas para la memoria, el maestro puede proveer al niño de una oportunidad para practicar el uso de estas ayudas en actividades simples con demandas mínimas de memoria operativa para que el niño logre dominar la habilidad antes de tener que utilizarla en tareas más complejas con mayores cargas de memoria operativa. En la medida que el niño se familiarice con ellas y logre una experticia en su uso, su aplicación se podrá extender en tareas con mayores exigencias en la memoria operativa.
Los tipos de ayudas a la memoria son variados dependiendo de la creatividad de cada maestro. Estos son algunos ejemplos:
- Ayudas para la escritura: Las dificultades en la ortografía pueden recargar la memoria operativa; para esto se le puede proveer al niño una guía ortográfica y enseñarle a utilizarla para que luego la pueda usar en el contexto de una tarea de escritura. Igualmente, se le puede ayudar a hacer un plan de escritura que quede registrado en papel, ya sea en forma de esquema o de organizador gráfico que luego pueda utilizar a medida que escriba.
- Ayudas para las matemáticas: Las limitaciones en la memoria operativa afectan de manera significativa el progreso en esta área del currículo. En las etapas iniciales del aprendizaje escolar se puede ayudar al niño con el uso de objetos que pueda contar y enseñarle a utilizar la recta numérica para realizar sumas y restas la que debe ponerse en un lugar visible en el aula o en el escritorio del niño. También se le puede ayudar a utilizar sus dedos de manera eficaz, así como las regletas de Cusinaire o los bloques de Dienes. Los niños mayores requieren de dispositivos que les ayuden a recordar la información que no pueden recuperar fácilmente de la memoria a largo plazo, como es el caso de las tablas de multiplicar y el uso de matrices para la multiplicación.
- Dispositivos digitales: Las tecnologías de la información proveen una gran oportunidad para que los niños tengan a su disposición ayudas para la memoria, como es el uso de íconos en los programas de computación. El acceso a dispositivos flexibles y su uso en el aula de clase puede ser muy valioso.
7. Desarrollar las estrategias propias para apoyar la memoria
A lo largo del proceso de desarrollo los niños deben aprender a ser independientes y autónomos, incluyendo aquellos que presentan alguna dificultad en el aprendizaje. Por este motivo, uno de los objetivos del maestro que tiene a cargo un niño con limitaciones en la memoria operativa, es fomentarles el aprendizaje de estrategias para manejar de manera eficiente sus dificultades en la memoria. De esta manera esos niños podrán convertirse en aprendices independientes, logrando identificar sus propias necesidades de aprendizaje para poder enfrentarlas apropiadamente. Para lograrlo se requiere entrenamiento, práctica y apoyo constante por parte del maestro, proveyéndole de estímulo cuando el estudiante las implementa en el desarrollo de las actividades escolares. Es importante que diferentes estrategias puedan ser útiles para diferentes niños y que cada uno aprenda a utilizar las que más le favorezcan para su propio aprendizaje, dependiendo de su perfil cognoscitivo, de tal manera que capitalice sobre sus fortalezas mientras compensa sus debilidades. Estas son algunas de las estrategias cuya utilización se pueden fomentar en el estudiante:
- Pedir ayuda: El estudiante puede solicitar apoyo del maestro o de un compañero cuando no recuerde lo que debe hacer; de esta manera podrá recuperar la información que ha olvidado.
- Repetición: El niño se repite a sí mismo la información que debe recordar por períodos cortos de tiempo con el fin de prolongar el mantenimiento de esta información en la memoria. Esta estrategia es apropiada cuando no se requiere un procesamiento de la información, para lo cual se necesita un alto nivel de atención.
- Toma de notas: Se motiva al estudiante a que escriba la información importante que le puede guiar a lo largo de la actividad. Igualmente, es necesario insistir que revise sus notas con frecuencia para asegurarse de que está realizando el trabajo de manera correcta.
- Uso de la memoria a largo plazo: Promover el uso de la memoria a largo plazo cuando sea posible, recordando la información como “chunks” significativos y no como secuencias largas y sin sentido. Una manera de hacer esto es ayudándole a utilizar reglas nemotécnicas que luego le puedan servir en el desarrollo de actividades.
- Estrategias de organización: Motivar a que fragmente las actividades largas en pasos concretos, cada uno de los cuales debe ser terminado antes de hacer el siguiente. Se puede entrenar al estudiante para que utilice dispositivos visuales como diagramas, diagramas de flujo y demás organizadores gráficos que le apoyen en el seguimiento de la tarea, de tal manera que no se pierda cuando la esté realizando.
Conclusiones
Los déficits en la memoria operativa están altamente relacionados con las dificultades en el aprendizaje. Es importante hacer una intervención temprana con el fin de disminuir el fracaso escolar e incrementar la posibilidad de éxito académico del niño. Las intervenciones en el aula de clase diseñadas para reducir las fallas relacionadas con la memoria, que son la raíz de un gran número de dificultades en el aprendizaje, son altamente recomendadas. En este artículo se han presentado siete principios que pueden guiar al maestro a apoyar un estudiante con limitaciones en la memoria operativa, los cuales, forman parte de una buena práctica pedagógica.
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